La obra se estructura en cinco capítulos que van desde aspectos generales hasta temas más específicos, centrados en el análisis de la calidad del agua y su relación con la justicia hídrica en contextos periféricos de América Latina. A partir de estudios en tres asentamientos urbanos y periurbanos de México y Colombia, se describen los distintos métodos utilizados para evaluar el agua que consumen los habitantes, quienes acceden a ella mediante fuentes como pozos, manantiales o corrientes naturales, reflejando así una diversidad de estrategias ante la limitada cobertura de servicios públicos.
Además, el libro aporta una comprensión crítica sobre las prácticas de acceso al agua en territorios autoconstruidos, destacando cómo las deficiencias en infraestructura hídrica, la desatención estatal y la estigmatización social generan procesos de segregación socioespacial. Estas condiciones no solo invisibilizan a las comunidades ante los gobiernos municipales y estatales, sino que también perpetúan fenómenos estructurales de desigualdad y empobrecimiento, reforzando la exclusión histórica de estas poblaciones en las dinámicas urbanas.
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